El sostenido avance de los programas de vacunación en el mundo redujeron los contagios y los fallecimientos producidos por la Covid-19, poniéndole limite al descomunal enriquecimiento de la industria farmacéutica, que ante el nuevo escenario y disponiendo del soporte de los grandes bancos y los poderosos fondos de inversión, pusieron en marcha el desafío de instalar en el mundo la necesidad de inocular una tercera dosis contra el virus, apoyándose en opiniones pseudocientíficas, denunciadas por el senador republicano Chuck Grassley, ante el Congreso de los Estados Unidos, ante la aparición de drogas psicoactivas de futuras enfermedades, que se utilizarían, para ampliar la cartera de clientes de los fabricantes de medicamentos. El intento desmedido de la industria farmacéutica amerita replantear las investigaciones sobre el origen del virus, excluyendo transitoriamente a los Estados más poderosos, que durante décadas se disputaron la supremacía del poder en el planeta, a través de la denominada guerra fría, conflictos bélicos focalizados, etc., y las posteriores reconstrucciones de los territorios afectados, que finalmente terminaron en el fracaso, con pérdidas económicas y de vidas humanas, que LA GACETA informó a sus lectores en su edición del 20/08/21 (“Fracaso de una estrategia..”). Contrariando las advertencias de la OMS, sobre la necesidad de esperar el avance del programa mundial de vacunación, los 17 bancos entre los 100 más sólidos del planeta, sumados a los 5 fondos de inversión más fuertes del sector financiero que administran una cartera que supera los u$s 21.400 billones, apoyan financieramente a la industria farmacéutica, en la aplicación de las terceras dosis en sus países de origen, dejando a un lado las necesidades inmunológicas de los Estados pobres.

José Emilio Gómez


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